La madurez de nuestra fe es esencial para cultivar la esperanza. Y para lograr esa madurez requerimos mejorar nuestra diligencia, nuestro discernimiento y esfuerzo.
Lograremos esto si somos consistentes, especialmente cuando enfrentamos todos los problemas que se presenten confiando en las promesas de Dios, haciendo esto, la madurez de nuestra fe permanecerá
en nosotros, sin importar la situación o circunstancia.
Por otro lado, cuando nos damos por vencidos y renunciamos a esperar la ayuda y respuesta de Dios, es un indicador de nuestra falta de convicción. El deseo, la diligencia y la paciencia, deben estar presentes para complementar nuestra fe.
Una fe madura se presenta cuando entras y sales, confiado y en paz, de cualquier situación complicada, y lo mejor, ¡tiene el poder de permanecer hasta que las dificultades terminan!
Identifica alguna situación por la que hayas orado. Escribe cómo sucedió y enlista el proceso que has experimentado hasta ahora, incluyendo los momentos difíciles. Lee Hebreos 6:11.
Deseamos, sin embargo, que cada uno de ustedes siga mostrando ese mismo empeño hasta la realización final y completa de su esperanza.
Recuerda que debes ser paciente hasta el final; antes de llegar a aquello por lo que has orado, tal vez trabajaste arduamente en tu fe, pero el tiempo de Dios es perfecto
y en eso descansa nuestra esperanza.
Aldo Pascual Flores Peña
Centro de Formación Misionero y Pastoral Gilgal A.R.
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