¿Quién está ahí para animarme?
¿Cuántas veces has querido animar a alguien pero esa persona simplemente no te escucha?
¿Has sentido impotencia porque su esperanza se ha desvanecido? Si sabes a lo que me refiero, entonces entenderás lo frustrante y triste que es ver a quien amas hundirse en
la desesperanza. ¿Cierto?
Puede que incluso seas tú quien se ha quedado sin esperanza, y entonces ¿quién está ahí para animarte?
Lee la siguiente historia en Hechos 27:20-26. Lee con mucha atención la declaración de Pablo para aquellos que se rindieron porque el
barco donde estaban se estaba hundiendo:
Como pasaron muchos días sin que aparecieran ni el sol ni las estrellas, y la tempestad seguía arreciando, perdimos al fin toda esperanza de
salvarnos. Llevábamos ya mucho tiempo sin comer, así que Pablo se puso en medio de todos y dijo: «Señores, debían haber
seguido mi consejo y no haber zarpado de Creta; así se habrían ahorrado este perjuicio y esta pérdida. Pero ahora los exhorto a cobrar ánimo, porque ninguno de ustedes perderá la vida; solo se perderá el
barco. Anoche se me apareció un ángel del Dios a quien pertenezco y a quien sirvo, y me dijo: "No tengas miedo, Pablo. Tienes que comparecer ante el emperador; y Dios te ha concedido la vida de todos los que navegan
contigo". Así que ¡ánimo, señores! Confío en Dios que sucederá tal y como se me
dijo. Sin embargo, tenemos que encallar en alguna isla».
Nota como todos ellos se rindieron cuando se quedaron sin esperanza, pero Pablo los animó confiando en lo que Dios le había dicho. No inventó esas palabras
para hacerles creer algo que no sucedería. ¡Los animó con base en una esperanza real! Así que siempre habrá alguien a tu lado que quiera levantarte los ánimos.
Créeles, dale una oportunidad a tu espíritu de recobrar el ánimo que no le has permitido vivir en mucho tiempo. ¿Nadie está ahí para ti? Bueno, pues
lo mejor de todo esto, es que aun cuando no tuvieras a nadie a tu lado, Dios es el dador de esperanza por excelencia que esta
vez quiere animarte. El no se frustra, él no se desespera, pero le duele ver que en tu desesperanza optes por caminar en un callejón sin salida.
Así que, ¿a quién le vas a creer? Al mundo que te da respuestas inciertas, o a Dios, que otorga palabras de vida, esperanza y
certeza. Espero que elijas a Dios, pues la próxima vez que pierdas la esperanza y acudas a él, estará ahí no sólo para
darte ánimos, sino para mostrarse a tu favor.
Aldo Pascual Flores Peña
Centro de Formacion Misionero y Pastoral Gilgal A.R.
Escribir comentario